«Y ya está la Soledad en la plaza de San Lorenzo. Y ya se quedó a oscuras.
Y ya viene la luz que avanza como un fuego por la calle Cardenal Spínola,
que es un túnel blanco y negro que desemboca en la plaza. Y ya la multitud
es la suma de todos los solitarios que se han unido para acompañar la única
Soledad que salvará sus soledades.
Y ya el paso dobla la esquina, y ya enfila la Soledad el centro de la plaza
para cruzar entre almeces y grevilleas, que no son los antiguos plátanos de
sombra que perdimos, los centinelas anónimos de otros tiempos. ¿Y qué
importa hoy el tiempo? ¿Y qué importa hoy la oscuridad de nuestras vidas?
Si ya está la luz de los guardabrisas y la candelería rompiendo las tinieblas
de esta noche de sombras estremecidas. En esta plaza sólo está el dolor de
encontrarnos a solas en el universo, de no ser capaces de calmar su llanto,
de ver un temblor en su diadema, un pañuelo que no consuela sus lágrimas
en una mano, una corona de espinas y unos clavos que le duelen en su otra
mano, sentirla al pie de la cruz tan sola, mientras el sudario se mece, y son
las sábanas de una muerte que aún no ha sido derrotada. La Soledad
alcanza la cumbre de su dolor en esta plaza de San Lorenzo.
Y entonces aparece la voz que se hizo saeta y se quedó entre nosotros. La
voz que era de José Pérez El Sacri. Y ya no está en la plaza El Sacri, que se
ha ido al cielo a cantarte. Pero no se ha perdido la saeta. Ahora surge otra
voz que canta: “¡Ay, Ay!” Y la voz se incrusta en tu corazón de Soledad:
“¡Ay, Soledad de San Lorenzo!”. Y la voz te alaba: “Del cielo rico tesoro”,
Y la voz rasga el aire: “Tú eres la paloma blanca”. Y la voz pone un
broche de oro: “divino broche de oro”. Y la voz viene desde otros
tiempos: “que cierra la Semana Santa”. Y la voz se eleva al cielo: “Ay,
nuestra Soledad, Reina del cielo”. Y la voz se clava en la memoria: “a ti
acudimos, ¡oh Virgen santa!” Y la voz se hace oración: “Pidiendo nuestro
consuelo”. Y la voz es un quejío de amor: “¡Ay, Mare mía”, Y la voz se
desgarra: “Soledad de San Lorenzo”.
Ya no es la misma voz, Soledad, pero siempre habrá una saeta para ti. Y
serás “la música callada” y “la soledad sonora” que dijo San Juan de la
Cruz.
Se levanta por última vez tu paso, y estás dando la vuelta, hasta quedar de
frente a quienes te ven.
Desde la torre te contempla el tiempo, el reloj se detiene como una
clepsidra invisible. Se nubla la luna de la Pascua. Y te vas. Y será hasta el
año que viene, o hasta sólo Dios sabe cuándo. Ya no eres la Soledad que
estaba sola, ya la soledad es nuestra, una soledad de añoranzas infinitas se
ha quedado entre los que siguen en la plaza. Y la Soledad verdadera entra
en el templo, tu luz se escapa, Sevilla se ilumina con la gloria de la Resurrección, y repican a lo lejos las campanas, porque ya se cierran las
puertas en San Lorenzo y se acaba la Semana Santa.
Se han cerrado las puertas. Y entonces lo comprendemos. A un lado, fuera,
en la plaza, se han quedado los que siguen en el mundo. Y al otro lado,
dentro, en el templo, los que hemos entrado en el cielo con Ella.
Después volveremos a casa, por calles vacías. Y llega ese momento en que
el nazareno se desnuda. Capirote que se queda sin antifaz, túnica que se
pliega, cíngulo que nada sujeta. Ya no estoy vestido de nazareno, pero lo
sigo siendo. Pues sabed que nuestra patria no está donde nacimos, ni donde
vivimos, sino en lo que somos.
Hoy, al terminar este pregón, como en una protestación de fe, proclamo que
mi patria está en San Lorenzo. Todos los caminos del Señor me llevaron a
San Lorenzo. Todos los caminos de mi soledad me llevaron a encontrarme
con tu Soledad. Y, por eso, hoy, sin la túnica, a cara descubierta, proclamo
ante los santos evangelios de Sevilla que cuando llegue el último momento,
otra vez a solas, me quedaré contigo, y en la ceniza de la eternidad se
cumplirá lo que escribió Quevedo. Algún día seré polvo, “mas será polvo
enamorado”, porque estaré para siempre a tu lado».
José Joaquín León Morgado, Pregón de la Semana Santa de Sevilla 2025
PREGÓN COMPLETO (“Soledad en la plaza de San Lorenzo” en minuto 2h 34′)