Joaquín Romero Murube nació el 18 de julio de 1904 en Los Palacios y Villafranca, lugar que inmortalizó en su obra «Pueblo lejano», y pronto llegó a Sevilla instalándose con su familia primero en la calle Martínez Montañés y luego en el número 17 (hoy 21) de la calle Capuchinas, actual Cardenal Spínola. Esto explica su temprana vinculación con la Hermandad del Barrio de San Lorenzo: La Soledad.
En concreto consta el 16 de marzo de 1917 como fecha de ingreso, cuando ya apuntaba el genio de su creatividad literaria que le llevaría a publicar en 1923 «La tristeza del Conde Laurel», dos años después «Hermanita Amapola» y «Sombra apasionada» en 1929, cuando ya había conocido al elenco de jóvenes escritores que marcarían una época y se había fundado la Revista Mediodía, de la que fue Redactor Jefe. Fue uno de los protagonistas del «Homenaje a Góngora» celebrado en el Ateneo de Sevilla en el emblemático 1927, y posteriormente, en 1934, publicó el ensayo «José María Izquierdo y Sevilla», a la vez que fue nombrado conservador del Alcázar. Ese año también escribió una de sus piezas claves: «Dios en la Ciudad» que sería incluida cuatro años después en el libro «Sevilla en los labios», cuyos beneficios cedió a su Hermandad de la Soledad. Estos años fundamentales de su vida coincidieron con el inicio de la Guerra Civil y con su matrimonio con Soledad Murube Cardona: «compañera de todas mis horas: las de alegrías, las de esperanzas, las de dolor». Su identificación con esta Ciudad de Sevilla era ya entonces plena, siendo rey mago de su Cabalgata en 1937 y pregonero de su Semana Santa en 1944, exaltación cuyos derechos de edición también donó a la Cofradía soleana. Otras obras a destacar son «Discurso de la mentira» (1943), «Memoriales y divagaciones» (1951) y «Los cielos que perdimos» (1964).
La integración en la Hermandad de la Soledad fue completa y ya entró en su Junta de Gobierno en 1922 como diputado. En 1945 fue elegido, siendo uno de los promotores del nuevo paso, constando como miembro de la comisión nombrada para su ejecución y en la lista de primeros donantes, además de gestionar ayudas económicas en Madrid. Posteriormente fue también uno de los protagonistas en la organización de los fastos del IV Centerario: nuevas gestiones en la capital, organización de exposiciones, intervención en actos literarios, letra de las coplas del aniversario soleano con música de Telmo Vela… Toda esta labor le fue reconocida al imponérsele el 19 de febrero de 1961 la primera medalla de oro de la Hermandad de la Soledad. No acabaría aquí la relación con su Cofradía pues también fue protagonista en la salida extraordinaria de la Virgen con motivo de las Misiones en 1965, publicando el artículo «A los vecinos de San Jerónimo» de gran belleza narrativa. Por último, en agosto de 1969, la Imagen de N.ª S.ª de la Soledad encontró refugio gracias a sus rápidas gestiones en las Capuchinas, ante el precipitado cierre de San Lorenzo.
Por otra parte, su Hermandad le ha rendido diversos homenajes, siendo de resaltar la reedición en 1991 de «Sevilla en los labios», y sobre todo la publicación de las «Obras escogidas» con motivo del XXV aniversario de su muerte, que fueron presentadas el 23 de marzo de 1995 en el Cuarto del Almirante del Alcázar de Sevilla. Esta aportación cultural de una Cofradía sevillana, sufragada por la misma, consistió en la nueva tirada de dos obras y la presentación de un nuevo libro: se reeditó el «Discurso de la mentira» con prólogo de Joaquín Caro Romero, y también «Los cielos que perdimos» con preámbulo de Francisco López Estrada, y se publicó «Artículos (1923-1968)» nuevo libro, con una antología de la creación periodista del escritor soleano, que recopiló Álvaro Pastor Torres y prologó Antonio Burgos Belinchón. Posteriormente la Soledad organizó en 2004 varios actos con motivo del centenario de su nacimiento, destacando entre ellos la colocación una lápida conmemorativa en la fachada de la casa de la calle Cardenal Spínola 21, donde residió: «”Y QUE SEVILLA SEA SIEMPRE EL ÁMBITO INIGUALABLE DONDE VIVEN REUNIDOS LOS ÁNGELES, LAS MUSAS Y LOS DUENDES; RECTORES DULCES Y ABISMOS CLAROS DE LA ETERNA ANDALUCÍA” (MEMORIALES Y DIVAGACIONES). LA HERMANDAD DE LA SOLEDAD A JOAQUÍN ROMERO MURUBE, QUE VIVIÓ EN ESTA CASA, EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO (1904-2004)»
La altura moral e intelectual de Joaquín Romero Murube es fundamental para entender la Historia de Sevilla y de la Soledad en el pasado siglo. El poeta murió, con el número dos de la nómina soleana, el 15 de noviembre de 1969 y a las tres y media de la tarde sus hermanos reunidos en el apeadero del Alcázar, en cabildo extraordinario de oficiales, decidieron preparar la última visita de Joaquín Romero Murube a su Virgen de la Soledad.