La figura del presbítero Eugenio Fernández de Zendrera fue quizás la que más influencia tuvo en el traslado a San Lorenzo. Este cura estaba adscrito a la parroquia de San Miguel cuando fue elegido hermano mayor de la Soledad en 1867, sustituyendo al marqués de Rivas, y sólo un año después, al estallar «La Gloriosa», apareció con la Corporación ya establecida en San Lorenzo.
A esta parroquia de San Lorenzo estaban adscritos bastantes curas, incorporándose Fernández de Zendrera y el párroco de San Miguel Manuel Forices Pedrosa, que permaneció en San Lorenzo hasta que fue trasladada aquella parroquialidad a la iglesia de San Gregorio.
Fernández de Zendrera apareció oficialmente ligado a San Lorenzo en 1869, por lo que es más que probable que en el otoño del año anterior, siendo hermano mayor soleano, tuviera el protagonismo necesario para ubicar a la Imagen de la Virgen de la Soledad en la Capilla que había ocupado la Pastora, cuya hermandad se hallaba completamente desorganizada, así como para permitir las obras que configuraron su forma actual, al rescatarse las rejas y solería de San Miguel, así como para admitir la construcción de la sacristía y la sala superior en el llamado «corralejo» situado en la esquina de las actuales calles Eslava y Hernán Cortés.
Don Eugenio Fernández de Zendrera fue reelegido en el cargo de hermano mayor anualmente hasta que tuvo que dimitir al ser nombrado cura ecónomo de San Gil en 1871. No obstante volvió a San Lorenzo al menos desde 1884 pues así consta en las actas de las elecciones de ese año, cuando se le solicitó que volviera a la Mesa soleana como teniente de hermano mayor. Posteriormente se convocó el concurso de curatos por el Cardenal y Arzobispo de Sevilla Fray Ceferino González en 1888, apareciendo oficialmente adscrito a la parroquia de San Lorenzo al año siguiente. Su noticia se pierde en 1891 al entrar de párroco Diego Trinidad de Lagos.