La Efigie, que recibe culto diario en el altar de la Capilla de los pies de la nave del Evangelio de parroquia de San Lorenzo Mártir de Sevilla, tiene su verdadera dimensión iconográfica en el paso en el que realiza estación a la Catedral el Sábado Santo, ya que se representa a la Virgen María, sola, al pie de la Cruz sobre la que pende el sudario y se apoyan las escaleras, símbolos de la Pasión de Cristo, como está expresado en el Stabat Mater.
la expresión hierática, la caída de párpados y la presencia de un cuello sin anatomizar, de los llamados de tambor.
Sabemos que una Efigie de la Virgen de la Soledad «salía en 1549 del Monasterio de Santo Domingo de Silos». La Hermandad se constituyó oficialmente en 1557 cuando fueron aprobadas las primeras reglas en las cuales se expresaba que fuera «la ymagen de nuestra Señora de la Soledad al cabo de la dicha proçessión», aunque hasta 1568 no tenemos algún dato más sobre la forma en que hacía estación, cuando ciertos testigos aseguraron ante notario que habían «visto que a sacado siempre la Ymagen de Nuestra Señora de dolor». Esta declaración fue solicitada por el alcalde de la Soledad de Marchena, para poder emular en su recién fundada hermandad en todas sus formas a la Cofradía sevillana. Poco después de esto contrataron con el escultor Gaspar del Águila la ejecución de una imagen de Virgen «para vestida» como sería muy probablemente la Imagen que habían visto los declarantes en Sevilla. En vista que la Soledad de Sevilla era en origen una imagen de bulto redondo, policromada y no de candelero, como lo demuestran los restos aparecidos en el torso de la Imagen, y que existe este testimonio que plantea que la Efigie ya estaba vestida, es probable que la actual Imagen de la N.ª S.ª de la Soledad de Sevilla sea anterior a esta fecha de 1568.
La imagen representa a la Virgen María, sola, al pie de la Cruz sobre la que pende el sudario y se apoyan las escaleras, símbolos de la Pasión de Cristo, como está expresado en el Stabat Mater
De las restauraciones documentadas no podemos hablar hasta 1829 cuando la Soledad «se estofó entonces de nuevo, y se vistió más al gusto del día quitándole una túnica o sobreveste blanca que antes le ponían sobre la túnica negra». El cronista Félix González de León se enojó debido a que «con ambas novedades le quitaron á la imagen cierto carácter de dignidad y antigüedad que conservaba».