José de Rueda Carrión nació en Sevilla el 26 de diciembre de 1914, y con sólo cinco años ingresó en la nómina de hermanos de la Cofradía de la Soledad, cuya sede, sita en la parroquia de San Lorenzo, se encontraba a escasos metros de su domicilio familiar situado en la calle Cantabria, 1.
En lo personal, cabe destacar su labor como profesor mercantil, que le permitió una estabilidad económica que repercutió en su Cofradía. El 28 de mayo de 1949 se casó en la Capilla de la Nuestra Señora de la Soledad con Ana Macías Garrido (que es su camarera honoraria desde 1977), naciendo del matrimonio cinco hijos: José (miembro de la Junta de Gobierno desde 1975, que tras pasar por diversos cargos ha llegado a dirigir a la corporación soleana como hermano mayor entre 1994 y 2002), Luis, Enrique (clavero 1978-1982), Manuel y Ana María (camarera 1982-2002). La familia permaneció en la calle Cantabria hasta que en 1957 se trasladó a la calle Jesús del Gran Poder, 69 (hoy 57). Además de su entrega plena a la Hermandad de la Soledad cabe destacar su pertenencia como hombre de Fe a la Asociación Sevillana de Caridad y a los Cursillos de Cristiandad, e igualmente como cofrade aventajado al Consejo General de Hermandades.
Con veinte años ingresó en la Junta de Gobierno de la Soledad como diputado, y unos años después, en 1940, acudió a Zaragoza representando a su Hermandad junto con los también jóvenes soleanos Joaquín Jordán Román y Vicente Rubio Martín, con motivo de actos en honor a la Virgen del Pilar. Poco después comenzó a ascender en lo profesional y dentro de la Junta de Gobierno alcanzó el puesto de censor en 1946, consiliario en 1950 y al año siguiente teniente de hermano mayor. En la Junta elegida en 1954 fue nombrado para desempeñar el fundamental oficio de mayordomo, en un momento en el cual se estaba diseñando ya el programa de actos del IV Centenario y los grandes estrenos de renovación de la Capilla, así como de la orfebrería en plata de ley.
Una vez canceladas las cuentas del aniversario y aprobadas las nuevas reglas de 1961, fue elegido hermano mayor, cargo que no abandonó hasta 1978. La progresión de la Hermandad de la Soledad se notó desde el principio de su mandato y preocupado por la mejora de los cultos unificó la Misa de Comunión General con la Función Principal en los primeros que presidió como Hermano Mayor, es decir los de 1962, y con la clara intención de engrandecerlos aún más, regaló al año siguiente las colgaduras de damasco que cubren los pilares del templo de San Lorenzo los días solemnes, consiguiendo además que su amigo el cardenal y arzobispo de Sevilla José María Bueno Monreal siguiera celebrando anualmente la Fiesta Principal soleana. Este segundo año de mandato tuvo la iniciativa de crear el Sobre de la Caridad, quizás su principal logro ya que incluso fue emulado por otras cofradías, sufragando su insignia de plata de ley en 1967. Además de la recaudación del nuevo besamanos de la Virgen el Viernes de Dolores, la donación personal de la Caridad, que los nazarenos, hermanos y devotos depositaron en los sobres, procesionó en el paso desde el Sábado Santo de 1963, y tras de la entrada se evaluó lo recolectado tras el ágape que Pepe Rueda ofrecía en su domicilio. Este agasajo no era nuevo, ya que su madre doña Pilar Carrión Villalba fue quien comenzó esa tradición de invitar a su casa de la calle Cantabria a muchos soleanos tras la entrada de la Cofradía en la noche del Viernes Santo.
En febrero de 1965 vivió la Hermandad la salida extraordinaria por las Misiones, y en mayo Pepe Rueda y su esposa Ana Macías apadrinaron en nombre de esta Cofradía la bendición de la campana «Soledad» que fue donada para el nuevo templo del Señor del Gran Poder. Con el cambio de década se vivieron momentos importantes, pues además de las desapariciones de los fundamentales soleanos Joaquín Romero Murube y Antonio Petit García, se adquirió la Casa-Hermandad de la calle Cantabria, se editó el boletín «Soledad» y sobre todo se inició el proceso de fusión con la Sacramental y la redacción de unos nuevos estatutos. En 1973 don José realizó su donación quizás más significativa de tantas que ofreció a esta Cofradía, pues sufragó la Cruz de guía en caoba y plata. Por su dádiva permanente, por su entrega y dedicación diaria desde su juventud, se decidió en cabildo general, otorgarle la segunda medalla de oro de la Hermandad de la Soledad, que le fue impuesta por el cardenal Bueno Monreal en la Función Principal de Instituto celebrada el día 16 de febrero de 1975, descubriéndose un azulejo en la sala capitular para su reconocimiento en 1978. En estos últimos años de su gobierno cabe destacar la creación de la cuadrilla de hermanos costaleros y la ilusión por la diadema de oro para la Virgen.
Tras culminarse el proceso de fusión en 1977, con la aprobación de nuevas reglas, cedió paso a otra generación de soleanos encabezados por Ramón Pineda. En los últimos años de su vida sufrió una dura enfermedad, aunque no por ello dejó de tener su pensamiento día a día en su Hermandad. Falleció el 9 de septiembre de 1983, celebrándose solemne funeral en San Lorenzo antes de pasar por la Capilla, para estar por última vez ante María Santísima en su Soledad.