Con la llegada de la Navidad, la priostía de la Hermandad ha adornado la Capilla de la Santísima Virgen, el altar de Nuestra Señora de Roca Amador y ha colaborado con nuestro Director Espiritual con el adorno del Altar Mayor de la Parroquia de San Lorenzo.
En la Capilla de Nuestra Señora de la Soledad se ha colocado, a los pies de nuestra Madre, el Niño Jesús de Roca-Amador, imagen atribuida a Martínez Montañés. Viste túnica de raso blanco bordada, y lleva a modo de cíngulo las borlas antiguas del palio del santísimo, piezas limpiadas y arregladas por la priostía de la Hermandad. El altar se compone por las ocho jarras plateadas, con la flor de Euphorbia pulcherrima, conocida comúnmente como flor de pascua, flor de Nochebuena, flor de Navidad, más dos maceteros con dichas flores.
A ambos lados del Niño Jesús se dispnen dos jarras pequeñas con flores de talco, las cuales son azucenas y rosas, dichas azucenas tiene la peculiaridad de tener sus pistilos con perlas.
En el plan de altar se pone como signo de adoración dos ángeles del paso de la Santísima Virgen. El altar se cubre por un frontal de damasco blanco donado por la priostía de la Hdad. Como frontal de altar se ha colocado el paño de tul bordado en sedas de primeros del siglo XX con el escudo de la Hermandad.
Por su parte, el Altar del Roca-Amador se ha adornado con las mismas flores Euphorbia pulcherrima.
El Altar Mayor de la Parroquia ha sido preparado con la colaboración de la Hermandad, donde la priostía ha encargado cuatro jarras grandes de flores de talco con rosas doradas y azucenas con los pistilos en color azúl de cristal de swarovski, siendo una donación de esta priostía a la Hermandad para el altar del Sagrario. Están compuestos estos ramilletes por azucenas y rosas con los pistilos de cristal de swaroski celeste en alusión a la Inmaculada Concepción. Dichos ramilletes se están elaborando en Osuna por Enrique Calle.
Aunque en los últimos años han experimentado una etapa de auge, las flores de talco vivieron su época dorada durante los siglos XVIII y XIX, años en los que la mayor parte de los altares y retablos de las iglesias y conventos estaban adornados con este tipo de exorno. De este modo, ante la ausencia aún de flores de tela y la escasez habitual de cierto tipo de plantas en determinadas épocas del año, se conseguía mantener una bonita decoración permanente. La proliferación en el siglo XX de las flores de tela y el aumento del número de viveros provocaron la práctica desaparición de esta obra artesanal, que quedó relegada a un segundo plano hasta hace algunos años, cuando el afán clasicista de algunas hermandades retomó esta moda. A este tipo de piezas de orfebrería se las conoce como flores de talco porque antiguamente se realizaban con planchas de mineral de talco, especialmente blanco y manipulable. En algunas imágenes del siglo XIX es posible apreciar palios con ramilletes de este tipo que se realizaban en talleres o conventos de clausura. Actualmente, la mayor parte de los artesanos las fabrican con sus propias manos, de ahí su delicado aspecto.
El Niño Jesús que nacerá mañana se asienta en las peanas de la Hdad. del Dulce Nombre y en la peana de salida de Nuestra Señora de la Soledad, adorando al Niño dos ángeles del paso. El conjunto cuenta también con dos faroles del Dulce Nombre, junto con varias bandejas de plata y el frontal de la mesa de altar de la misma.
Agradecemos a Don Francisco nuestro Director Espiritual haber podido colaborar y ayudar en este montaje parroquial